miércoles, 12 de diciembre de 2012

De usar y tirar


Cuando el comercial nos detiene por la calle para mostrarnos el último producto de su compañía o cuando se acerca el momento de ejercer nuestro derecho como ciudadanos; tanto en las relaciones personales como en el ámbito del trabajo; al tropezar con un espejito que nos devuelve la imagen que nos agrada ver. De una forma o de otra, constantemente estamos siendo utilizados, pero algunas veces el vacío que queda cuando descubrimos que fuimos simples objetos de usar y tirar nos empuja a inventar una nueva versión de nosotros mismos.

Más de una vez habremos sonreído al escuchar la famosa cita de Groucho Marx que decía “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. Y seguramente hayamos conocido personas de nuestro entorno o reconocido personajes públicos cuyo leitmotiv no contemple otro argumento.

“Da igual, allá ellos”, murmuraremos. Allá ellos, sí, pero siempre y cuando en el mapa de sus principios no haya trazado un camino que atraviese sin permiso por medio de tus propiedades. Será entonces cuando nos sentiremos utilizados al descubrir que fuimos peones de planes ajenos, y no sabremos distinguir lo que somos por nosotros mismos de lo que somos por el capricho de otros. Será entonces cuando irrumpiremos en el mundo de las dudas sin haber sido invitados a la fiesta.

Forzando el equilibrio para no pisar la realidad, caminaremos por unos raíles para los que nuestros pies nunca fueron hábiles, pensando que fuimos diferentes, que algo nos hacía distintos al resto, que siempre fuimos elegidos porque nuestra mirada desprendía destellos que no se desprendían de la mirada del resto de viajeros.

Y con miedo a parpadear, nos adentraremos en un túnel de reflexión confiando en que el paisaje que nos acompañaba al entrar no se apagará de nuestra memoria al salir y seremos capaces de mantenerlo encendido. Aunque siempre se nos olvida que a nuestros ojos les cuesta acostumbrarse a la falta de oscuridad.

Y cuando la luz vuelva a dominar la ventana, el paisaje se tornará en sueño de vago recuerdo, en ilusión cuya esperanza de vida no podrá sostenerse en pie poco más que los primeros pasos del día, para descarrilar sin remedio en esa la realidad donde se amontonan los amasijos de unas certezas que jamás imaginaron ser precisamente eso, amasijos.

En alguna parcela de nuestra desconfianza tendremos que reconstruir esa realidad, y levantar desde la nada aquello que derribamos cuando descubrimos que no había sido fruto de nuestro esfuerzo. Y deberíamos saber hacerlo, porque el ser humano no ha hecho otra cosa desde que curiosamente se atribuye a sí mismo el estatus de civilización. El ser humano debería saber hacerlo, porque después de cada guerra siempre pone el máximo empeño para reconstruir todo aquello que poco antes destruía sin tregua.

En esa labor no nos corresponderá estar acompañados. Con la espalda dolorida de tanto peso y la mirada fijada en el suelo resistiendo la tortura, veremos el tintinear de pisadas de pétalos azules, que nos harán sonreír y sentir mejor, y hasta despertar a la imaginación de su letargo, pero no nos permitirán rebelarnos porque sabemos que en esta labor no nos corresponderá estar acompañados.

Nuestros sentidos, esta vez, no podrán ser aliados. En un mundo de retos estériles, salir victorioso de éste significará conseguir la más generosa de las recompensas.

No hay mejor escenario para ver la luz que la oscuridad. Así lo hizo un Monet prácticamente ciego cuando dedicó los últimos años de su vida a pintar la serie de “Los Nenúfares”, cada vez más abstractos y menos reconocibles a juicio de muchos entendidos, pero unánimemente catalogados como una serie cumbre y símbolo impresionista.



No hay mejor auditorio para escuchar la alegría que el silencio. Así lo hizo un Beethoven completamente sordo cuando compuso su novena sinfonía, cuyo extracto más conocido es la “Oda a la alegría”, una pieza a la que no se le puede hacer mejor homenaje que sencillamente ser escuchada.



Y nuestra voz, a fin de cuentas, será una de las pertenencias que tendremos que salvar, en todo momento, del pecado de usar y tirar.


miércoles, 4 de julio de 2012

Río abajo


Algunas noticias se convierten de manera inesperada en señuelos que no hacen más que enredar, y consiguen sonsacar lo que a la mente le ronda. Pero como tantas otras veces, sucede que la inspiración prefiere sentarse para ver sin compañía “La vida es bella” tras el cristal empapado de lluvia, en vez de ver “La vida de Brian” con la carcajada castigando la tripa.

Y es que las redes sociales son auténticas devoradoras de noticias. Son máquinas de vapor insaciables que transforman en movimiento mediático todo lo que se acerca a la caldera. Lo curioso del fenómeno es que hay noticias que desprenden una energía exagerada si la comparamos con el hecho que tienen detrás. Y “al verrés” (como diría un amigo mío), también hay noticias que se consumen como finos palos de cerrilla aunque los sucesos que revelan deberían estremecernos desde el primer instante en el que somos conscientes.

Pero ahora, pasado un tiempo, ya han madurado las brasas del fuego de algunas noticias, unas noticias que sin pretenderlo coincidieron en un pequeño intervalo de tiempo. Por eso, ahora, sirven mejor de señuelo para sonsacar lo que a la mente le ronda.

En el pensamiento de un niño corretean todas las ilusiones.

Cuando el río es delgado y joven, desafía las leyes y las fórmulas que una vez supimos aplicar de memoria. Unas veces hacia un lado, otras, hacia el otro. Subir una pendiente en el descenso natural del agua nunca fue un obstáculo para curiosear y regresar al camino sin perderse. Y proseguir, porque el camino inicial de un río delgado y joven casi siempre está escrito desde el primer hilillo de vida.

En el pensamiento de un adulto, aquel en que nos convertimos cuando creemos que podemos dar más consejos de los que debemos dejarnos dar, nos resulta difícil reconocer cuáles de las ilusiones que aún engordan nuestra almohada fueron dibujadas con la mano imperfecta de la niñez. A veces nos cuesta recordar tanto cómo queríamos ser de mayores, que creemos que llevamos demasiado tiempo sin cumplir ningún sueño.

Cuando el río se hace ancho no siempre elige el camino más corto entre dos ciudades. A veces termina rodeando con sus brazos sueños imposibles, trazando nudos de garganta que sólo se pueden deshacer volviendo al llanto del niño, tan delgado y tan joven como cuando desafiaba las leyes y las fórmulas que una vez supo aplicar de memoria.

Pero somos tan fugaces como eternos quisiéramos ser.

El río no sabe cuándo acabará el camino,
el río no sabe dónde volcará su carga,
el río no intuye que entre el valle y la montaña
encontrará la huella de su doble destino.

Así, tampoco evito pensar que en un viaje pueden existir dos destinos: ese al que queremos llegar, y ese del que cuando uno parte, nunca sabe si volverá a tocar.

Durante las tres horas y cuarenta y ocho minutos del último concierto en Madrid de “The Boss” hubo tiempo para el recuerdo de un joven que no pudo cumplir el sueño de ver a su ídolo sobre el escenario. Aunque quizás sí, quizás supo que estaba cumpliendo su sueño desde el preciso momento en que sus padres le regalaron las entradas. Y Bruce lo culminó dedicándole “The River”, aunque el joven estuviese presente de otra forma, como una gota de río en el océano.

Con verter una sola gota, el río seguirá siendo río en el océano. Culminando los sueños de los nuestros, conseguiremos que sean eternos. Y soñando, y jamás cesando de hacerlo, nosotros, también.

“The River”











martes, 5 de junio de 2012

Pensando en vosotros


Pensando en vosotros he recordado que hubo una canción de Guns N’ Roses que desafortunadamente no fue valorada como una de sus grandes canciones. Y la verdad es que lo tenía todo. Tenía frescura, tenía una letra pegadiza, tenía el esplendor de aquella voz tan endiabladamente inconfundible de Axl Rose y tenía un solo de guitarra que muchos creímos que firmaba el propio Slash, aunque en realidad no fuera así. En aquella canción, el solo de guitarra lo protagonizaba Izzy Stradlin, y no puedo evitar pensar lo que habría sucedido con ella si el solo hubiera sido firmado por el mismísimo Slash.

Pensando en vosotros recuerdo que, por tener, también tenía un título de los que difícilmente se olvidan. Puede que fuera un poco facilón, es verdad, pero habría resultado ser la guinda perfecta del pastel si a aquella canción le hubiera llegado el momento de gloria que nunca le ha llegado.

Me da rabia saber, pensando en vosotros, que la canción no podría haber disfrutado de un mejor momento para existir. Se hallaba en el álbum perfecto, quizás uno de los mejores álbumes de la historia del rock. Y ocupaba una posición perfecta, la octava, una posición que cualquier canción desearía ocupar en un disco, porque allí es cuando y donde se produce la fusión entre la emoción creciente de lo llevas escuchado y la expectativa de vibrar con lo que te queda por escuchar.

Pero pensando en vosotros, sin embargo, recuerdo que incluso las canciones olvidadas pueden disfrutar de las segundas oportunidades que el destino no les quiso conceder en el momento de ser alumbradas por sus autores.  Y si las canciones, siendo marionetas inertes en el baúl de lo olvidado, siempre pueden ser recuperadas y cobrar vida en bocas de antiguos o nuevos intérpretes, ¿por qué no lo pueden ser las personas que no pudieron subirse al tren que les correspondía coger?

No puedo dejar de pensar en vosotros, aquellos que encontrándoos en el álbum perfecto, en la posición perfecta, interpretados por el grupo perfecto en su momento perfecto, todavía no habéis encontrado la compensación que os corresponde por vuestro esfuerzo y que la sociedad os niega, aunque os la reconozca, pero sólo de puertas para adentro, por esta maldita crisis.

Jóvenes tan preparados que nos podrían estar dando capones en la cabeza. Jóvenes no tan preparados que han tenido que dejar de prepararse para sacar adelante a la familia, y no sólo a sus propios hijos. Personas con tanta experiencia que nos tendrían que estar dando lecciones de todo tipo y cuyo DNI murmura que vieron en directo por la tele cómo el Hombre pisaba por primera vez la Luna. Emprendedores sin los que este país no sería nada. La denominada "generación perdida". Madrileños por el mundo, Españoles por el mundo, Amigos por el mundo, .....

Lo cierto es que la posición novena del “Appetite for Destruction” estaba habitada por “Sweet Child o’ Mine”, una canción eterna, himno de no pocas generaciones y posiblemente la mejor canción de Guns N’ Roses. Tan enorme fue su leyenda y su apetito por la destrucción que engulló sin piedad la leyenda que por virtud de algún otro destino le correspondía a su predecesora, “Think About You”.

Sin embargo, aquí, pensando en vosotros, y solamente en vosotros, os la dejo y os la dedico:




sábado, 19 de mayo de 2012

Los errores se perdonan, pero...


Aquel 13 de octubre de 1992, un día después de clausurar con éxito la Expo’92, España se levantaba con una ración de crisis como opción única de desayuno. A palo seco, sin leche y sin zumo. Con lo mal que se comen las madalenas resecas cuando no tienes nada para mojarlas.  Nada se supo, ni un día, ni una semana, ni un mes, ni un año antes. Nadie habló de la crisis hasta que ya estábamos dentro de ella. Me recuerda a aquella historia de Gila que empezaba diciendo “cuando yo nací mi madre no estaba en casa”. Alguien cayó en el error de pensar que la influencia económica de la Expo y de los Juegos Olímpicos, sumada a la concentración de eventos de todo tipo que ocurrieron en el 92 nos iban a sacar de la crisis sin apenas notar que ni siquiera habíamos entrado. Los errores se perdonan, pero…

En los proyectos de TI, en general, ocurre lo mismo. Todo transcurre según dice la planificación hasta que alguien llega y se pone a revisar el avance real y los hitos que se han cumplido. Y de la noche a la mañana, pasamos de tener un proyecto que se encuentra en fechas a tener un proyecto que tiene que retrasarse un año. Y lo más curioso de todo, no suele ocurrir nada. Alguien cometió el error de creer que el retraso que se estaba acumulando a lo largo de las semanas se podría recuperar en el último mes del proyecto, y que los usuarios tragarían con cualquier cosa con tal de tener su producto en producción. Los errores se perdonan, pero…

Días antes de su hundimiento, las mismas agencias de calificación que hoy nos condicionan con sus predicciones, mantenían la AAA sobre Lehman Brothers, y de igual modo mantuvieron la misma calificación, hasta el mismo día de su quiebra, sobre el sistema financiero islandés. Algunos incurrieron en el error de imaginar que las pérdidas de los unos siempre se podrían compensar con las ganancias de los otros, como imaginó Madoff en una patada hacia delante que le duró 40 años. Los errores se perdonan, pero…

Y aunque nos sobren los ejemplos, errar es de humanos, como siempre se ha dicho. Sin embargo, lo que se exige no es que todo se consiga siempre a la primera, porque eso, sencillamente, a veces no es posible. Lo que se exige es que los errores que cometemos sean reconocidos a la primera, y no dejar que el error se haga más grande o sea tapado por otro de mayores dimensiones.

Porque cuando ocurre esto, ya no es error, es sorpresa. Y los errores se perdonan, pero las sorpresas no.

domingo, 22 de abril de 2012

Los peces ciegos


Pisamos con pies descalzos una realidad de finos cristales. Y corremos. Pero cuanto más corremos más se nos clavan los cristales y más ruido hacemos. Es tan difícil pasar  desapercibidos a los ojos y oídos del Gran Hermano!

Tan acostumbrados estamos a observar y ser observados que no nos detenemos a pensar que el cristal tras el que miramos sumado al sol a nuestra espalda es una mala combinación. Quizás no sepamos mirar de otra forma, o quizás no queramos.

Los niños juegan al fútbol apenas con 11 años mientras C+ retransmite esos juegos infantiles como si fueran campeonatos del mundo. Y hay quien dice “¡ese chaval va a ser una estrella!”, “¡y ese!, “¡y ese otro!”. Pero la realidad escondía un solo Iniesta entre toda la chavalería, y lo que extraña es que siga tan blanquito, y haya escapado al quemazón de haber sido tan vigilado.

Y ahora, en este país, nos encontramos muy vigilados, más que nunca, y cada uno de nuestros movimientos se sigue mirando con una lupa que hace que nos comportemos de forma diferente a como lo haríamos si no supiéramos que estamos siendo tan observados.

Desde hace algunos años muchos de los juicios interesados de La Comisión vienen acompañados de un aspaviento exagerado, para que se note que nos estamos moviendo. Y si Los Mercados comentan que vamos por el buen camino, nosotros nos lo creemos y seguimos representando la obra que quieren ver algunos desde sus palcos de la tercera o cuarta planta, allí donde el agua nunca llega.

En este país no podíamos seguir como estábamos, eso está claro. Viajábamos en tren de primera aunque fuera para ir a recoger a los niños al cole. No mirábamos la cuenta corriente porque no sentíamos la necesidad de mirarla. Y gastábamos, demasiado. No teníamos cultura de control ni de la contención del gasto.

Ahora nos toca plegar las velas, o de otro modo no podremos mantener la embarcación a flote, y nos iremos al fondo del océano, allí donde habitan los peces ciegos.

No tenemos otras alternativas y quizás ese sea el drama. Seguramente hay que tomar buena parte de todas las medidas que se están tomando ahora, porque no podíamos seguir como estábamos, eso está claro. Aunque también estoy seguro que si dejaran de observarnos con tanta intensidad conseguiríamos mantener la embarcación a flote, con los mismos tripulantes que tenemos ahora, y nunca nos hundiríamos en el lugar donde habitan los peces ciegos.

Durante muchos años se creyó que los peces que vivían en las profundidades de los océanos eran totalmente ciegos. Así se consideró tras decenas de misiones en las que se utilizaban potentes equipos para iluminar lo que el ser humano o su tecnología no eran capaces de observar.

Ocurría que aquellos peces, acostumbrados a vivir su vida aprovechando la escasísima luz que les llegaba, no eran ciegos, sino que así se quedaban después de ser expuestos a semejante potencia de luz que quemaba literalmente sus retinas.

sábado, 7 de abril de 2012

La prima de riesgo y el doctor House


En cualquier rincón del universo Internet podemos consultar lo que se dice de la prima de riesgo, cuando se trata de hablar economía: “es la diferencia entre la rentabilidad de la deuda pública de un país y la rentabilidad de la deuda pública de Alemania, para el mismo plazo”. Dicen que compara el riesgo de impago de la deuda de cualquier país y de Alemania. Así que cuanto más alta su prima de riesgo, más alta es la probabilidad de impago de la deuda de ese país…

Hasta ahí casi todos entendemos el objetivo del juego. Pero, ¿cuántos conocemos sus reglas?

Cuando hojeo mi sencillo “Manual de introducción al seguro” (aquel que compré cuando me dijeron que me asignaban un proyecto de seguros), lo que define sobre la prima de riesgo, relativa al seguro de vida es: “la parte de la prima destinada a cubrir exclusivamente la posibilidad de muerte del asegurado”.

Ahí ya nos vamos enterando de algo más, puesto que todos sabemos lo que es la prima que pagamos, también sabemos lo que es un seguro de vida, y sabemos, o eso nos imaginamos, lo que es la posibilidad de muerte del asegurado.

Y aunque hablemos de la muerte, no parece que nos sintamos tan manipulados. Nos importe más o menos, existen unas tablas de mortalidad elaboradas tras muchos años de estudio y observación de la población, y que reflejan la probabilidad que tiene una persona de morir, dependiendo de su edad, sexo, residencia y un etcétera no tan largo. Lo que no incorporan estas tablas es la influencia del doctor que va a supervisar tu caso cuando se trate de salvar tu vida.

Volviendo a la economía, ya llevamos unas cuantas temporadas sintonizando el mismo canal a la misma hora, para contemplar al doctor House unas veces empezando por el Lupus, otras veces aplicando antibióticos de amplio espectro y de vez en cuando sugiriendo el síndrome de Münchausen.

Eso sí, mientras el doctor House salta de enfermedad en enfermedad y ensaya y erra en su macro-laboratorio, la prima de riesgo del paciente se monta en el coche de Felipe Massa por unas calles de Montecarlo abrillantadas por la lluvia, y traza sobre el papel una sierra cuyos dientes ya los hubiera querido éste que os escribe antes de comenzar esta juvenil ortodoncia pasados los 35.

Nos hemos dado cuenta en estas temporadas que a House no le importa el enfermo, ni su familia, ni sus colegas de profesión, ni sus amigos, ni la mujer que ama. Sólo le importa alimentar su ego al descifrar el enigma, un enigma resuelto en la mayoría de los casos después de someter al paciente a innumerables tratamientos, no todos en la misma dirección y no todos legales. Un enigma resuelto en la mayoría de los casos pocos segundos antes de comenzar los títulos de crédito. Un enigma resuelto, en algunos casos, cuando ya no se puede hablar de la prima de riesgo, sino de la indemnización.

domingo, 1 de abril de 2012

Amnistía intelectual


En un país de derechas o de izquierdas, de Madrid o de Barça, de La Ser o de La Cope y de playa o de montaña, nadie nos va a convencer para sacarnos de nuestras trincheras y dejar de atacar o justificar todas las decisiones que se toman (y que se deberán seguir tomando) en esta larga travesía en el desierto que nos queda.

Pero, ¿qué decir de las decisiones que no se toman? Ahí no nos mojamos tanto, unas veces porque no nos gusta atravesar el charco sin saber lo profundo que es, y otras veces porque vamos tan abrigados y tan protegidos que ni siquiera sabemos que lo hemos atravesado.

Nos armamos de razones o buscamos el eslabón débil de las razones del contrario en el tema de la amnistía fiscal, cuando podríamos dedicar buena parte de nuestras energías en reclamarle a nuestros gobiernos – todos nuestros gobiernos – un plan para recuperar una parte del capital intelectual que ésta y otras crisis se han ido llevado poco a poco de nuestro país, de la misma forma que Tim Robbins se llevaba el cemento de su celda hasta el patio de la prisión en “Cadena Perpetua”.

Y Tim Robbins escavó un túnel que le ayudó a salir de la prisión.

Ahora nos toca decidir si queremos seguir siendo la prisión que se vio burlada por la inteligencia de otros o queremos reclamar una verdadera amnistía intelectual en la que aquellos españoles que se tuvieron que marchar fuera para ver reconocido su talento le perdonen a nuestros gobiernos parte de la deuda que contrajeron con ellos al no valorar su trabajo, ni intelectual ni económicamente.

En la amnistía intelectual los que perdonamos somos los españoles, y los perdonados, los gobiernos. Y son los últimos los que deben reconocer que dejaron escapar un capital muy valioso. Y son los últimos los que deben estar dispuestos a devolverles al menos una parte de lo que les negaron en su momento, y ofrecerles, de ahora en adelante, razones para que merezca la pena quedarse.

Porque devolviéndoles parte de lo que les negaron, nos estarán devolviendo a todos un pedacito de esperanza.

Pero todo ello sin olvidarse de los que aún permanecemos en Shawshank.

sábado, 24 de marzo de 2012

La cola de león


Nos podrán robar una hora de esta noche, pero nunca nos podrán robar la iniciativa por tratar de mejorar y dar algo más de uno mismo cada día. Al menos esto será lo que se hayan propuesto dentro del equipo HRT, cuya máxima aspiración a día de hoy es la de que les dejen correr en la carrera del domingo.

HRT es el niño de patio de colegio que llegaba tarde al partido del recreo y le preguntaba a sus compañeros si podía jugar. Por lo general el niño era malo jugando al fútbol y, o bien ni siquiera entraba en el partido, o bien no le pasaban ni una bola.

Claro, aquel niño siempre tuvo la opción de convertirse en portero, y amargarle la existencia a sus compañeros de colegio/instituto/universidad, a sus amigos de los buenos y de los malos momentos, y a todo aquel que se dignara a desafiarle.

HRT no puede ser bueno en todo, no les llega. La cola de león puede ser un lugar muy incómodo para vivir. Nunca sabes cuándo la cabeza va a decidir girar y te puede pillar mirando hacia otro lado.

Sin embargo, la cola de león a veces te da la perspectiva necesaria para encontrar aquello en lo que, sin ser el mejor, sí puedes ser referencia. Es una cuestión de reflexión interna y, sin renunciar al espíritu crítico, buscar buscar y buscar.

Si todo va por el camino normal, HRT correrá mañana. Y seguramente tendrán problemas, pero deberían continuar en su búsqueda por encontrar aquellos detalles que les hagan diferentes, y si es posible, referentes.

Todo ello a pesar de haber dormido una hora menos.

sábado, 17 de marzo de 2012

La Formula 1 sale del letargo


La Formula 1 sale del letargo, y con ella, emociones solidarizadas con lo que hace no mucho tiempo llamábamos invierno.

Probablemente es una locura levantarse un sábado a las 7am cuando no has acumulado 24 horas de sueño durante toda la semana. Como también lo es que en España, en los últimos cinco años, hayan explotado los derechos de la Formula 1 tres cadenas de televisión diferentes. Pero no menos locura es que, por no sé qué extraña razón, se siga manteniendo invariablemente a Lobato en todas las cadenas por las que el circo de la Formula 1 monta su carpa, como si la atracción estuviera en la mediática amistad que une a Lobato con Alonso, en vez de estar centrada principalmente en quienes están detrás del volante y todos los detalles técnicos que les rodean.

Las cadenas de televisión en general, y Lobato en particular, han querido identificar la esencia de la Formula 1 con Alonso de una manera tan personalista, que cuando le ha tocado penar por las pistas (algo que en la F1 siempre pasa – al comienzo, en el medio, o al final de tu carrera-), también lo han hecho las propias cadenas y sus audiencias. Porque lo hicieron tan mal (o fueron tan cortoplacistas) que consiguieron que pareciera que sin Alonso la F1 no tenía ningún interés, y así nos encaminábamos a vivir de nuevo lo que sucedió en España durante los 90.

Los que llevamos ya varios lustros viendo la Formula 1 hemos sufrido cómo Telecinco, en su primera etapa, destrozaba literalmente las carreras, jugando al escondite con los horarios, interrumpiendo las retransmisiones para emitir VIP Tarde o las Mamachicho, o emitiendo la carrera en la madrugada del domingo al lunes.

La Formula 1 es deporte, es tecnología, es innovación, es glamour, es muchas cosas que se puedan imaginar, y no todas buenas, pero no es un único piloto, por muy grande y bueno que sea. Y lo es.

A Antena 3 se le presenta una oportunidad de la que probablemente dependa la supervivencia de las retransmisiones de la Formula 1 en España en años venideros: enseñar Formula 1, y enseñar a valorar la Formula 1 como deporte, con independencia de los deportistas que haya en cada momento.

En la Formula 1 se producen paralelismos muy curiosos con otros aspectos de la vida…pero para hablar de ellos ya habrá otra carrera.