Pensando en vosotros he recordado que hubo una canción de
Guns N’ Roses que desafortunadamente no fue valorada como una de sus grandes
canciones. Y la verdad es que lo tenía todo. Tenía frescura, tenía una letra
pegadiza, tenía el esplendor de aquella voz tan endiabladamente inconfundible de Axl
Rose y tenía un solo de guitarra que
muchos creímos que firmaba el propio Slash, aunque en realidad no fuera así. En
aquella canción, el solo de guitarra lo
protagonizaba Izzy Stradlin, y no puedo evitar pensar lo que habría sucedido
con ella si el solo hubiera sido
firmado por el mismísimo Slash.
Pensando en vosotros recuerdo que, por tener, también tenía
un título de los que difícilmente se olvidan. Puede que fuera un poco facilón, es
verdad, pero habría resultado ser la guinda perfecta del pastel si a aquella
canción le hubiera llegado el momento de gloria que nunca le ha llegado.
Me da rabia saber, pensando en vosotros, que la canción no
podría haber disfrutado de un mejor momento para existir. Se hallaba en el álbum
perfecto, quizás uno de los mejores álbumes de la historia del rock. Y ocupaba una posición perfecta, la octava, una posición que cualquier canción desearía ocupar en un disco, porque allí es cuando y donde se produce la fusión entre la emoción creciente de lo llevas escuchado y la expectativa de vibrar con lo que te queda por escuchar.
Pero pensando en vosotros, sin embargo, recuerdo que incluso
las canciones olvidadas pueden disfrutar de las segundas oportunidades que el
destino no les quiso conceder en el momento de ser alumbradas por sus
autores. Y si las canciones, siendo
marionetas inertes en el baúl de lo olvidado, siempre pueden ser
recuperadas y cobrar vida en bocas de antiguos o nuevos intérpretes, ¿por qué
no lo pueden ser las personas que no pudieron subirse al tren que les correspondía coger?
No puedo dejar de pensar en vosotros, aquellos que
encontrándoos en el álbum perfecto, en la posición perfecta, interpretados por
el grupo perfecto en su momento perfecto, todavía no habéis encontrado la compensación que os corresponde por vuestro esfuerzo y que la sociedad os niega, aunque os la reconozca, pero
sólo de puertas para adentro, por esta maldita crisis.
Jóvenes tan preparados que nos podrían estar dando capones
en la cabeza. Jóvenes no tan preparados que han tenido que dejar de prepararse
para sacar adelante a la familia, y no sólo a sus propios hijos. Personas con
tanta experiencia que nos tendrían que estar dando lecciones de todo tipo y cuyo DNI murmura que vieron en directo por la tele cómo el Hombre pisaba por primera vez la Luna. Emprendedores sin los que este país no sería nada. La denominada "generación perdida". Madrileños por el mundo, Españoles por el mundo, Amigos por el mundo, .....
Lo cierto es que la posición novena del “Appetite for Destruction”
estaba habitada por “Sweet Child o’ Mine”, una canción eterna, himno de no pocas
generaciones y posiblemente la mejor canción de Guns N’ Roses. Tan enorme fue
su leyenda y su apetito por la destrucción que engulló sin piedad la leyenda que por virtud de algún otro destino le correspondía a
su predecesora, “Think About You”.